Si sufrimos es por algo
Para Lengua
29 de abril de 2020
Para todas las personas es difícil cambiar la manera de hacer algo en su vida si al principio parece ser peor, dando igual si eventualmente sea ordenes de magnitud mejor. Y mientras que de forma individual puedes convencer a alguien a cambiar, la ley de los grandes números te dice que a mayores escalas es imposible. Necesitarías un impulso, hacer de alguna manera que las personas hagan eso que quieres de tu manera distinta hasta que vean cómo es mejor para ellas. Un impulso, ¿cómo quizás el coronavirus?
No. Casi nada va a cambiar. Por lo menos, nada de lo que queremos que cambie va a cambiar.
El coronavirus ha hecho que el mundo tenga que utilizar tecnología de manera activa en su vida. Pero simplemente les ha obligado, no les ha convencido. Y, en la mayoría de los casos, si obligas a alguien a hacer algo, lo único que quiere es dejar de hacerlo. Y en el momento que le dejes de obligar, es exactamente lo que pasará.
Pongamos un ejemplo más concreto, ir descalzo. Yo siempre voy descalzo por casa, y mi padre me dice que me ponga calcetines o algo en los pies. Yo le respondo que me da pereza y sigo con mi vida. El vuelve a decirlo y yo sigo sin cambiar, y aunque él sigue insistiendo, yo sigo yendo descalzo. Cuando me pregunta finalmente qué me tiene que decir para que me ponga los malditos calcetines, yo le respondo “una buena razón”. Porque si yo no creo que eso es lo mejor para mí, no lo voy a hacer. Y si lo hago, no duraré mucho.
El coronavirus ha hecho que el mundo tenga que utilizar tecnología de manera activa en su vida. Pero no les ha dado una razón. Parece un castigo. Y por mucho que insista que utilicemos más y más las últimas herramientas virtuales, en cuanto nos deje de obligar, la gente parará de hacerlo. Como si mi padre me obliga a llevar calcetines durante un mes, pararé el día siguiente. A lo mejor funciona para algunas personas, pero la regresión a la media impide que se hagan cambios drásticos globalmente.
Es interesante pensar que el mundo va a ser totalmente diferente después de la pandemia, pero dudo mucho que realmente pase. Lo que la gente querrá cuando la vida vuelva a la normalidad es exactamente eso: la vida ordinaria de antes, no más cambios. Y la gente espera que el mundo sea diferente, cómo “recompensa” del “castigo”, pero no quiere cambiar. El estilo de vida de la mayoría de la gente es un parche hasta que se acabe el confinamiento, y no es para nada sostenible. La mayoría de la gente está sufriendo porque no está acostumbrada, así que no quiere sufrir más para crear un entorno sostenible. Eso sería de locos. Y cuando se acabe querrá dejar de sufrir. No volver a la vida del sufrimiento. Eso es el coronavirus. Un castigo para los más arcaicos, y una falsa esperanza para los más actualizados.
Finalmente quiero aclarar que yo solo describo lo que creo que pasará. No hay cosa que me gustaría más que este evento marcase un antes y un después en la historia humana. Es prácticamente mi eslogan decir que en la cuarentena estoy mejor que nunca. Pero considero esa visión ingenua. No me gusta hacer campaña para realizar cambios que quiero si el proceso no puede funcionar. Y aunque cuando lo dices de esta manera puede parecer obvio, cuando lo aplicas pareces una mala persona de mente cerrada. Un poco de empatía, por favor; no a mí, sino al mundo en general; no a grandes entidades, sino a las personas. No puedes decir que la gente se tiene que comportar de una manera sin tener en cuenta su entorno. Eso sería llevarle la contraria al razonamiento matemático; que, por definición (si utilizas el mismo para medir su tasa de éxito) garantiza estar equivocado. Y esto no quiere decir que yo no esté equivocado. Lo más importante si no tengo razón es ver exactamente dónde y porqué mi razonamiento falla, si tenía que haber sido más astuto en mi razonamiento o necesitaba más variables. Analizar con el resultado cómo lo podría haber predicho cuando no lo tenía, para que la siguiente vez lo pueda hacer. Aunque esto ya se me está yendo de las ramas, mejor dejo la teoría del todo para otro día.