Un salto con sentido
Para Lengua
8 de mayo de 2020
Suicidarse no tiene sentido. En sentido matemático. Porque si tu vida ya no tiene sentido, tienes una oportunidad enorme. Si literalmente no puedes perder nada, puedes intentar cualquier cosa, aunque sea contraria al sentido común. Allá por el 1973, Cooper estaba en esa situación, así que decidió tirarse por un avión. Tiene sentido, ¿no?
Cooper consiguió ocho paquetes de dinamita y un billete de avión, solo de ida. Pasó la pésima seguridad de los 70, entró en el avión, se sentó en la última fila y se fumó un cigarro. Despues de todo, eran los 70. A mitad del vuelo le dijó a una azafata de vuelo que tiene una bomba y le pidió que se sentase a su lado. Una vez allí, dijo que quería 200.000 dólares, dos sets de paracaídas y un reabastecimiento inmediato del avión.
Cuando llegaron a su destino, con un par de horas de retraso mientras se obtenía el dinero para pagar el rescate, los pasajeros salieron sin darse cuenta del pirateo del vuelo, y Cooper negoció las condiciones del siguiente. Quería ir de Seattle a Ciudad de México, y propuso paradas en Phoenix, Yuma y Sacramento, hasta que decidieron en Reno, Nevada. El vuelo despegó cuando el sol se estaba escondiendo.
Ahora Cooper acaba de abrir la escalera de popa del avión y se está preparando para saltar. Espera que el paracaídas no esté trucado y funcione. Los aviones van más rápido de lo que parece. Sobre todo si no están hechos para practicar paracaidismo. 257 metros por segundo. Pero no tiene nada que perder. La tripulación ha sentido una pequeña turbulencia y Cooper la resistencia de un viento a mil kilómetros por hora. Esto no es un salto calculado, es un salto con sentido.
Un paracaídas no te para la caída al instante. Eso lo hace el suelo. El paracaídas te reduce rápidamente la velocidad. Cooper no puede abrirlo desde ahora, porque podría ser detectado. Aunque si tiene un problema, no tiene tiempo de corregirlo. Por si acaso, está encima de un pantano. Siempre hay que ir a bosques, nieve o pantanos, nunca a agua. Hagas lo que hagas, no vayas al agua.
Llega el momento de abrir el paracaídas. No. A la segunda.
Eso es suficiente para partirte las piernas. Por lo menos una. Es una caída dolorosa, pero deja de notar tanto el dolor porque le ha bajado el ritmo cardíaco más de lo que se necesita para sentir dolor. Para que funcione el consciente, en general. Lo único que siente es una sensación de querer ir a dormir. Si se duerme se muere, y lo sabe, pero no le importa tanto. Aunque tampoco le importa seguir despierto y ver qué pasa.
Ha tardado un par de minutos en darse cuenta de que está en el suelo, en un charco grisáceo teñido de rojo. Hay una rana que le mira con mala cara y le pega una patada. No siente que tiene piernas pero se mueven de manera como automática. Una, más bien. Se intenta levantar, pero parece un flan podrido y se cae. Se mueve con los brazos, para algo le sirvió cuando entrenaba para intentar dejar de verse cómo un pringado. Porque para algo que no sirvió es dejar de ser un perdedor. Si al final tampoco está mucho peor ahora que antes.
En cualquier momento vendrán gente buscándole. Como siempre, solo le hacen caso porque ha hecho algo malo. ¿Y si les pide que le manden a la mierda a que pase lo que pase? No necesariamente morir, eso es bastante fácil en cualquier momento. Las ganas de dormir no se le habían ido. Y, por cierto, al final no puede moverse, ni con las manos.
Vamos, que sí que no le ha servido para nada. Nada de lo que ha hecho en su vida en general. Siente el gusto que le llegaría si descansase al fin, pero tampoco tiene razón para que se alegre de algo. Ya estaba acostumbrado a la ausencia de felicidad en su vida. ¿Y cuánto tiempo ha pasado? A lo mejor podrían estar ya cerca. A ver si se queda despierto hasta que vengan. Cierra un poco sus ojos y se le forma una leve sonrisa, la cual se le va enseguida cuando le despiertan unos gritos. Aunque, al parecer, no fue realmente en seguida, porque ya está amaneciendo. Ya no puede quedarse despierto más tiempo, les pide a los caballeros que han venido a por el que si le devuelven a la vida, que, por lo menos, sea una distinta, y se va propiamente dormir. Con la mayor sonrisa de su vida.
Odiseas Machairas. 4ºC, 18;
Inspirado en la historia de D. B. Cooper